miércoles, 19 de julio de 2017

Venerable Juan María De la Mennais

Juan María Robert de la Mennais, nacido en Saint-Malo el 8 de septiembre de 1780, es el segundo hijo de una familia de armadores y comerciantes bien implantada en la ciudad: su abuelo materno y su padre ocuparon sucesivamente el puesto de subdelegado del Intendente de Bretaña para la región maluína. Su her­mano Feli es dos años menor que él.

Desde la infancia y adolescencia, es testigo de los dis­turbios religiosos y sociales provocados por la Revolución; él mismo ha conocido y ayudado a sacerdotes persegui­dos durante el período del Terror. No obstante su vocación sacerdotal se reafirma en este clima difícil; es ordenado sacerdote en 1804.

Desde 1802, se ha comprometido como profesor en el colegio eclesiástico fundado en su ciudad natal por los sac­erdotes Vielle y Engerrand, sus primeros maestros. Obligado a interrumpir, por razón de salud, su actividad de profesor, se instala con su hermano Feli en la Chênaie, propiedad que reciben en herencia de su abuelo Lorin: los dos hermanos se entregan allí a trabajos de reflexión y de apologética: Reflexiones sobre el estado de la Iglesia en Francia a finales del s. XVIII y su situación actual (1808); Tradición de la Iglesia en la Institución de los Obispos. Frente a la corriente galicana que marca todavía al clero francés, ellos se manifiestan resueltamente ultramon­tanos.

En 1812, la escuela eclesiástica de Saint Malo es cer­rada por decreto imperial. En 1814 Juan María es llamado a Saint Brieuc, como secretario del obispo Mons. Cafarelli. El trabaja junto a un prelado protegido por el Emperador, pero permanece muy libre en relación con el poder políti­co. En los comienzos de la Restauración, en 1815, es encar­gado de administrar la diócesis de Saint Brieuc, después de la muerte de Mons. Cafarelli, con el título de vicario capitular: él asume esta función durante cinco años (1815-­1819) hasta la entronización del nuevo obispo, Mons. Le Groing de la Romagère.

Durante este período es cuando Juan María toma con­ciencia de la miseria de los niños del pueblo, sobre todo los del campo, privados de instrucción y educación cris­tiana. En 1817, se encuentra con Gabriel Deshayes, vicario general de la diócesis de Vannes y párroco de Auray, ya comprometido en este apostolado. Los dos sacerdotes deciden poner en común sus esfuerzos y, el 6 de junio de 1819, firman un Tratado de Unión que organiza el Instituto de Hermanos de la Instrucción Cristiana: le dirigirán de mutuo acuerdo. Juan María había funda­do también, en 1818, en Saint Brieuc, la Congregación de las Hijas de la Providencia destinada a la enseñanza.

En 1822, el Príncipe de Croy, Gran Capellán de Francia, le llama a París y le convierte en su vicario general y su colab­orador personal. Juan María se dedica, pues, durante cerca de dos años, de noviembre de 1822 a julio de 1824, al ser­vicio de la Iglesia de Francia, en un perío­do importante, marcado especialmente por nombramientos en numerosas sedes episcopales.

De vuelta a su diócesis de origen, Juan María es nombrado vicario general por Mons. de Lesquen: está entonces encargado de dirigir, como superior general, una congre­gación clerical, la Sociedad de Sacerdotes de Saint Méen, dedicada a la enseñanza en los seminarios y a la predi­cación. Por su parte Feli había reagrupado en la Chênaie a eclesiásticos comprometidos en estudios doctrinales pro­fundos, para el servicio de la Iglesia. Al unir sus esfuerzos, los dos La Mennais transforman la Sociedad de Saint Méen en la Congregación de San Pedro, cuyos estatutos redactan.

Desgraciadamente, los compromisos de Feli y de sus colaboradores en el periódico L’Avenir provocan la oposi­ción de numerosos obispos de Francia: la encíclica del papa Gregorio XVI, Mirari vos, publicada en 1832, condena a los redactores del periódico: éstos se someten, pero Feli rompe el silencio que se había comprometido a guardar y atrae sobre su doctrina filosófica del sentido común una condena en 1834. La Congregación de San Pedro, presa de disensiones internas, es disuelta por el obispo de Rennes.

Desde entonces, Juan María debe limitar su acción al desarrollo de las obras educativas que él había fundado: los Hermanos de la Instrucción Cristiana, que él dirige en Ploërmel, y las Hijas de la Providencia de Saint Brieuc. A partir de 1837, respondiendo a la llamada del gobierno francés, toma a su cargo la dirección de las escuelas fun­dadas en las colonias: Antillas, Senegal, Guayana, San Pedro y Miquelón y Tahití.

La notoriedad de su obra educativa suscita imitadores en Gascuña, en el Delfinado, en Normandía; él responde, mediante ayuda directa o mediante consejos, no sólo a peticiones llegadas de numerosas diócesis, sino también de Gran Bretaña, de Bélgica, de Polonia e incluso de América del Norte. Muere en Ploërmel el 26 de diciembre de 1860, dejando el testimonio de un sacerdote de celo ardiente, comprometi­do hasta el límite de sus fuerzas en el servicio de Dios y de la Iglesia. El Instituto de los Hermanos contaba entonces cerca de 900 profesos, dirigía 400 escuelas en el oeste y mediodía de Francia y una cincuentena de establecimientos en las colonias.

Fue declarado Venerable en 1966, se espera un milagro para su beatificación.

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