viernes, 14 de julio de 2017

Pensamientos de Santa Teresita de Los Andes sobre la Santísima Virgen María



Confíe todo a la Ssma. Virgen. Récele siempre el rosario para que Ella le guarde no sólo su alma, sino también sus asuntos.

 Honra mucho a María. Es tu madre tan buena y cariñosa, que jamás dejará de velar por ti.

 Mi espejo ha de ser María. Puesto que soy su hija, debo parecerme a Ella y así me pareceré a Jesús.

Siempre esperé y confié en que moriría con todos los sacramentos, porque no abandonó jamás su escapulario del Carmen.




Habla a la Ssma. Virgen de corazón a corazón. Cuando te sientas solo, mírala y verás que sonriendo te dice: "Tu madre jamás te deja solo". Cuando, triste y desolado, no halles con quién desahogarte, corre a su presencia y la mirada llorosa de tu Madre diciéndote "no hay dolor semejante a mi dolor" te confortará, poniendo en tu alma la gota de consuelo que cae de su dolorido corazón.

La Ssma. Virgen ha sido mi compañera inseparable. Ella ha sido la confidente íntima desde los más tiernos años de mi vida. Ella ha escuchado la relación de mis alegrías y tristezas. Ella ha confortado mi corazón tantas veces abatido por el dolor.

No se atemoricen ante la nueva vida que se les presenta, pues siendo hijas de María, la Virgen las cubrirá con su manto.

Cuando sufra, mire a su Madre Dolorosa con Jesús muerto entre sus brazos. Compare su dolor. Nada hay que se le asemeje. Es su único Hijo, muerto, destrozado por los pecadores. Y a la vista del cuerpo ensangrentado de su Dios, de las lágrimas de su Madre María, aprenda a sufrir resignado, aprenda a consolar a la Ssma. Virgen, llorando sus pecados.

He puesto en defensa de mi causa dos grandes abogados que no pueden ser vencidos: mi Madre Santísima, a quien jamás he invocado en vano y que ha sido mi guía verdadera toda mi vida, desde muy chica, y mi Padre San José -a quien he cobrado gran devoción-, que lo puede todo cerca de su Divino Hijo.

La que puso en mi alma el germen de la vocación fue la Ssma. Virgen. Esta tierna Madre jamás ha sido en vano invocada por sus hijos. Ella me amó y, no encontrando otro tesoro más grande que darme en prueba de su singular protección, me dio el fruto bendito de sus entrañas, su Divino Hijo. ¿Qué más me pudo dar?

 Rezamos en estos 15 días antes de la Asunción las quince casas del Rosario. Le aseguro que llena el alma de felicidad esa devoción a la Ssma. Virgen.

Por este tiempo (a mis siete años), empieza mi devoción a la Virgen. Mi hermano Lucho me dio esta devoción, con la que he estado y estaré, como lo espero, hasta mi muerte. Todos los días Lucho me convidaba a rezar el Rosario, e hicimos juntos la promesa de rezarlo toda la vida; la que he cumplido hasta ahora. Sólo una vez, cuando estaba más chica, se me olvidó.

Ruega a la Madre de los Dolores para que no me deje jamás bajar la cima del Calvario, donde he de ser en cada momento de mi vida crucificada.


http://www.caminando-con-maria.org/MESDEMARIA/TERESITAANDES/PENSAMIENTOS.htm

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